Greenpeace exige a los políticos asturianos que no oculten información a los ciudadanos y apuesten por un modelo sostenible de tratamiento de residuos.Ante el anuncio de Cogersa (Consorcio para la Gestión de los Residuos Sólidos en Asturias), según el cual mañana se dará luz verde a la construcción de una incineradora de residuos en Serín, Greenpeace exige a los políticos asturianos que digan la verdad a los ciudadanos e informen de que la planta no sólo no solucionará el problema de los vertederos, sino que lo agravará, ya ocasionará a lo largo de su vida útil millones de toneladas de escorias y cenizas tóxicas.
Para Greenpeace, resulta incomprensible que los políticos responsables de la pésima gestión de residuos llevada a cabo en Asturias en los últimos años, intenten ahora aprobar a toda prisa la construcción de esta instalación, a pesar de ser perjudicial para de la salud de los ciudadanos y el medio ambiente y de suponer un gasto económico inadmisible que hipotecará durante décadas el desarrollo sostenible del tratamiento de residuos del Principado.
Se da la paradoja que la incineración transforma residuos urbanos y domiciliarios en productos tóxicos de compleja gestión. Una incineradora no soluciona el problema de los vertederos pues los lleva asociados de forma ineludible. Lo que ocurre en Asturias es el reflejo de la visión cortoplacista de los políticos encargados de gestionar los residuos, más dispuestos a satisfacer los intereses particulares que en promover soluciones y alternativas sostenibles. Tal es así que incluso plantean quemar más residuos en cementeras, unas instalaciones que no están en absoluto diseñadas para tales fines.
En España más de 100 municipios han implantado medidas efectivas para fomentar la reducción, reutilización y reciclaje, como es el puerta a puerta y la tasa justa, llegando en algunos casos a un porcentaje de recuperación del 85%. "No sabemos por qué los políticos asturianos optan por tecnologías sucias, caras e insalubres y toman el camino fácil de vender falsas soluciones, además de humos y residuos tóxicos", ha declarado Julio Barea, responsable de la campaña de contaminación de Greenpeace. "Además, resulta irónico que los recursos económicos dilapidados en la construcción y mantenimiento de la incineradora tendrán que ser sufragados por aquellos que van a padecer los efectos nocivos de la planta", ha concluido Julio Barea.
Nota:
Durante los 25 años que se estima tiene de vida una incineradora, producen ingentes cantidades de escorias y cenizas volantes (según la patronal, el 22,5% de todos los residuos quemados, que en el caso de Serín serán unas 450.000 toneladas al año) que son un importante foco de contaminación del entorno y suponen un grave riesgo para la salud, por lo que deben ser tratadas como residuos peligrosos y depositadas en vertederos.
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