Estorninos sobre una palmera en Luanco -Foto AsturiasVerde-
En Gijón se aplica desde finales de noviembre un sistema para espantarlos. El método consiste en un ruido especial que emiten unos altavoces estratégicamente colocados. Digo especial porque es un ruido patentado por la empresa que se encarga de las labores de espantapájaros. La campaña tiene un presupuesto de 11.000 euros y según la empresa el sistema reduce el número de aves en la ciudad de las 200.000 a unas 4.000. El problema está en que después las bandadas de pájaros buscan otras localidades y palmeras como refugio nocturno. Aunque resulta muy difícil saber si las bandadas que en diciembre han aparecido en las palmeras de las villas costeras vienen de Gijón espantadas por el "ruido especial" o simplemente vienen de localidades del interior empujadas por la ola de frío siberiano.
Con todo no debemos olvidar que los estorninos son una maquina devoradora de insectos y sólo están aquí huyendo del frío; sin ellos toda la naturaleza de Europa se vería alterada y con ella nuestros cultivos.
Pero ¿No debería el Ministerio de Medio Ambiente ayudar a los ayuntamientos y en especial a los pequeños, con menos recursos, a costear los problemas que ocasionan las migraciones masivas?. ¿No debería la Unión Europea coordinar una política que responda a esta cuestión y a los problemas relacionados con las especies invasoras? Ya que son temas que superan las fronteras municipales, autonómicas y estatales. Tal vez así se dejaría de vivir situaciones lamentables como la de algunos pueblos (ejemplo Artajona, en Navarra) donde se han matado cientos de aves a escopetazo limpio.
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